lunes, enero 01, 2018

III (1961-1963) Diarios de Alejandra Pizarnik

1961:

Esta espera inenarrable, esta tensión de todo ser, este viejo hábito de esperar a quien sé que no va a venir. De esto moriré, de espera oxidada, de polvo aguardador. Y cuando lleve un gran tiempo muerta, sé que mis huesos aún estarán erguidos, esperando: mis huesos serán a la manera de perros fieles, sumamente tristes cima del abandono.

La espera del amor, el amor a la espera. Cuando venga con sus ojos de niebla. la noche me transforma en la esperadora del amorl

1962:

Para sufrir me basta conmigo, dices. Y no es un simple decir sino un llorar a solas detrás de la puerta cerrada.

No llores con tus ojos grises porque tus ojos no se parecen a las estrellas.

No entiendo el porqué de tanta ausencia.

Yo no digo que vengas, que estés ya aquí, que has venido. Pero me niego a negar la espera de tu venida. Déjame esperarte. He nacido para esto. Déjame delirarme sin ti, asistir a la deformación de mis huesos que sólo aman una sombra.
Que has venido. Que tu presencia estremece el cálido color de las hojas muertas. Milagros de la que espera y ve y siente. Y yo te seguiré bajo cualquier forma, como polvo o humo o viento. Entraría por tu respiración, por tu sonrisa, por tus tristes deseos de evadirte hacia donde no haya un lenguaje sino solamente ojos devorándose, ojos amándose en el peligro de una desnudez absoluta.

Buscando en cada rostro la presencia.

Dulce amor mío, frenético olvidado, dónde estás. Amor mío, mi delirio, mi altar. Muero por ti. Te amo. te busco, te amo, te llamo. No te llamo, no te pido. Me doy, te soy.

Todo comentado sin angustia, sin frases definitivas, sin literatura, como lo hace alguien que pertenece a este mundo y participa plenamente de él. Y yo siempre tan lejana, tan al borde del abismo, sintiendo con todas mis fuerzas que no puedo vivir, que estoy tensa y deshecha, un despojo humano.
Vida frágil, absurda, cómica, triste. hagas lo que hagas, seguirás siendo alguien muy ridícula, muy melancólica, pintoresca y graciosa.

Su rostro tan bello parecía soñado. En la mitad de una descripción de Alejandría se desnudó. Dije que no quería hacer el amor. Sonrió, dijo que podíamos dormir en perfecta unión fraternal. Así fue. Creo que me sentía dichosa. Mais tu es un enfant, decía. Su rostro tan bello. Mis deseos confusos, difusos. Noche de amor demasiado sutil, y no obstante, nunca me sentí menos separada del universo.

Pero intentar hacer el amor contigo dentro de un poema, pero arrancarme palabras tibias en donde estarme yo y mi deseo de ti, pero buscarte entre frases peligrosas, de manera de encontrarte con tus brazos que me esperan y furiosa, obstinada, como alguien que encuentra un sostén en el preciso instante de su caída, precipitarme a ojos abiertos, a tu sonrisa que debieran celebrar más que sustento hecho de tu mirada, mi alimento incierto, mi única invocación. En un principio fue el amor violento.

1963:

Cubrió su rostro lo que más amo: un silencio que escondía palabras fatales, palabras presentidas, no formuladas, pero que están presentes como sombras amigas. Rostro suyo doliéndome con hermosura. Yo estaba enferma y me encendía hasta el delirio la posibilidad de morir haciendo el amor.

O quizá, es sólo porque hoy estuve con alguien cuya existencia me forzó a recordar que sin amor no puedo vivir.