jueves, noviembre 16, 2006

La mujer esqueleto


Había hecho algo que su padre no aprobaba, aunque ya nadie recordaba lo que era. Pero su padre la había arrastrado al acantilado y la había arrojado al mar. Allí los peces se comieron su carne y le arrancaron los ojos. Mientras yacía bajo la superficie del mar, su esqueleto daba vueltas y más vueltas en medio de las corrientes.
Un día vino un pescador a pescar, bueno, en realidad, antes venían muchos pescadores,a esta bahía.Pero aquel pescador se había alejado mucho del lugar donde vivía y no sabía que los pescadores de la zona procuraban no acercarse por allí,pues decían que en la cala había fantasmas.
El anzuelo delpescador se hundió en el agua y quedó prendido nada menos que en los huesos de la caja torácica de la Mujer Esqueleto. Elpescador pensó:"¡He pescado uno muy gordo!¡Uno de los más gordos!. Ya estaba calculando mentalmente cuántas personas podrían alimentarse con aquel , pez tan grande, cuánto tiempoles duraría y cuánto tiempo él se podría ver libre de la ardua tarea de cazar. Mientras luchaba denodadamente con elenorme peso que colgaba del anzuelo, elmar se convirtió en una agitada espuma que hacía balancear y estremecer el kayak,pues la que se encontraba debajo estaba tratando de desengancharse.Pero, cuánto más se esforzaba, más se enredaba con el sedal. A pesar de su resistencia, fue inexorablemente arrastrada hacia arriba, remolcada por los huesos de sus propias costillas.
El cazador, que se había vuelto de espaldas para recoger la red, no vio como su calva cabeza surgía entre las olas,no vio las minúsculas criaturas de coral brillando en las órbitas de su cráneo nilos crustáceos adheridos a sus viejos dientes de Marfil. Cuando el pescador se volvió de nuevo con la red,el cuerpo de la mujer había aflorado a la superficie y estaba colgando del extremo del kayak, prendido por uno de sus largos dientes frontales.
"¡Ay!", gritó el hombre mientras el corazón le caía hasta las rodillas, sus ojos se hundían aterrorizados en la parte posterior de la cabeza y las orejas se le encendían de rojo. "¡Ay!", volvió a gritar,golpeándola con el remo para desengancharla de laproa y remando como un desesperado rumbo a la orilla. Como no se daba cuenta de que la mujer estaba enredada en elsedal, se pegó un susto tremendo al verla de nuevo, pues parecía que ésta se hubiera puesto de puntillas sobre el agua y lo estuviera persiguiendo. Por mucho que zigzagueara con el kayak, ella no se apartaba de su espalda, su aliento se propagaba sobre lasuperficie del agua en nubes de vapor y sus brazos se agitaban como si quisieran agarrarlo y hundirlo en las profundidades.
"¡Aaaaayy!",gritó elhombre con voz quejumbrosa mientras se acercaba a la orilla. Saltó del kayak con la caña de pescar y echó a correr, pero el cadáver de la Mujer Esqueleto, tan blanco como el coral,losiguió brincando a su espalda,todavía prendido en el sedal. Elhombre corrió sobre las rocas y ella lo siguió. Corrió sobre la Tundra helada y ella lo siguió. Corrió sobre la carne puesta a secar y la hizo pedazos con sus botas de piel de foca.
La mujer lo seguía por todas partes e incluso había agarrado un poco de pesacdo helado mientras él la arrastraba en pos de sí. Y ahora estaba empezando a comérselo, pues llevaba muchísimo tiempo sin llevarse nada a la boca. Al final,elhombre llegó a su casa de hielo, se introdujo en el túnel y avanzó a gatas alinterior. Sollozando y jadeando permaneció tendido en laoscuridad mientras el corazón le latía en elpecho como un gigantesco tambor. Por fin estaba a salvo, si, a salvo gracias a los dioses, gracias al Cuervo, sí y a la misericordiosa Sedna, estaba....a salvo....por fin.
Pero, cuando encendió su lámpara de aceite de ballena,la vió ahí acurrucada en un rincón sobre el suelo de nieve de su casa, con un talón sobre el hombro, una rodilla en elinterior de la caja torácica y un pie sobre el codo.Más tarde el hombre no pudo explicar lo que ocurrió, quizá la luz de la lámpara suavizó las facciones de la mujer o, alomejor, fue porque élera un hombre solitario. El caso es que se sintió invadido por una cierta compasión y lentamente alargó sus mugrientas manos, y hablando con dulzura como hubiera podido hablarle una madre a su hijo, empezó a desengancharla del sedal en que estaba enredada.
"Bueno, Bueno" Primero le desenredó los dedos de lospies y después los tobillos. Siguió trabajando hasta bien entrada la noche hasta que al final,cubrió a la Mujer Esqueleto con unas pieles para que entrara en calor y le colocó los huesos en orden tal como hubieran tenido que estar los de un ser humano.
Buscó su pedernal en el dobladillo de sus pantalones de cuero y utilizó unos cuantos cabellos suyos para encender un poco más de fuego. De vez en cuando la miraba mientras untaba con aceite la valiosa madera de su caña de pescar y enrollaba el sedal de tripa. Y ella, envuelta en las pieles,no se atrevía a decir ni una sola palabra,pues temía que aquel cazador la sacara de allí,la arrojara a las rocas de abajo y lerompiera todos los huesos en pedazos.
Elhombre sintió que le entraba sueño, se deslizó bajo las pieles de dormir y enseguida empezó a soñar. A veces, cuandolos seres humanos duermen,se les escapa una lágrima de losojos. No sabemos qué clase de sueño loprovoca,pero sabemos que tiene que ser un sueño triste o nostálgico. Y eso fue lo que le ocurrió al hombre.
La Mujer esqueleto vio el brillo de lalágrima bajo el resplandor del fuego, y de repente le entrómucha sed. Se acercó a rastras alhombre dormido entre un crujir de huesos y acercó la boca a la lágrima.La solitaria lágrima fue como un rio y ella bebió y bebió hasta que consiguió saciar su sed de muchos años.
Después,mientras permanecía tendida al lado delhombre,introdujo lamano en elinterior del hombre dormido y le sacó el corazón, elque palpitaba tan fuerte como un tambor. Se incorporó y empezó a golpearlo por ambos lados:¡Pom, Pom!....¡Pom,Pom!
Mientras lo golpeaba, se puso a cantar "¡Carne, carne, carne! ¡Carne, carne, carne! ", Y cuanto más cantaba, tanto más se le llenaba elcuerpo de carne.Pidió cantando que lesaliera el cabello y unos buenos ojos y unas rollizas manos.Pidió la hendidura de laentrepierna y unos pechos lo bastante largos como para envolver y dar calor y todas las cosas que necesita una mujer.
Y, cuando terminó,pidió cantando que desapareciera la ropa delhombre dormido y se deslizó a su lado en la cama,pielcontra piel. devolvió el gran tambor, el corazón a su cuerpo y así fue como ambos se despertaron, abrazados eluno al otro,enredados el uno en elotro después de pasar la noche juntos,pero ahora de otra manera, de una manera buena y perdurable.

No hay comentarios.: