Me acostumbré a ese cuerpo ancho y cálido que me acogía y me calmaba, cuando despertaba sobresaltada de angustia en ciertas noches.
Me acostumbré al olor particular de tu cuello, tu pelo, tu sexo.
Me acostumbré a entregarte mi cuerpo cuando tú lo deseabas, y a despertar mi deseo cuando veía el deseo reflejado en tus ojos.
Me acostumbré a esa mirada calma, triste e inteligente que diriges al mundo, como no mirando nada en particular,sumida en tus propios pensamientos, silenciosa.
A veces te reclamaba, y otras veces sucumbía a mi insoportable egoísmo. Ese que no puedo dejar.
Porque tengo que decirlo, a veces el placer que me proporcionan ciertas cosas que hago a solas, o que me motivan, supera al placer que me proporciona el sexo.
A veces siento que el sexo no es más que una especie de compensación: algo que se intercambia por afecto, compañía o amistad...
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2 comentarios:
Curioso ejercicio de prostitución?
No hablaría de prostitución...
más bien de....soledad.
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