lunes, mayo 28, 2018

Cecilia Vicuña - Amada Amiga

Las personas que me visitan
no imaginan
lo que desencadenan en mí.
C. no sabe que sueño 
con acariciarla
sin que me vea
mientras le echa dulce de leche
al pan parece que juega
con cálices y piedras sagradas,
el modo como levanta la mano
para llenar el cuchillo 
de mantequilla
es un gesto
donde los mares hacen equilibrio
donde las mujeres que tienen frío 
se solazan.
Tiene oleajes y consecuencias
como una línea en el radar.

Anhelo que no se mueva demasiado
para alcanzar a vivir en ella
a respirar y dormir
en esas planicies.
Me parece que habla en otro idioma.
Lo que digo es tan torpe
pero cómo voy a decir:
"Eres tan hermosa"
"Me alegro tanto
de que hayas llegado"
Cuando subo el libro del Renacimiento
donde vemos primitivos italianos
quisiera decirte:
"En esta ciudad te encuentro"
"Tú eres esas colinas"
"Tú las pintaste".
Tus dedos son iguales 
a la curva de las aletas 
de la sirena
representada en la alegoría.
Pero no es exactamente esto.

No sufras porque en este cuadro
dos mujeres se acarician
yo alguna vez te acariciaré.
No te preocupes de que estés envejeciendo,
tú vas a otra clase de tiempo
y yo también.
Aliméntate del relato que me haces
de la copa de vino
cruzando el umbral.
Aliméntate y enjóyate,
no dejes de soñar con el cuadro
del maestro de Fontainebleu
donde una mujer
le toma a otra un pezón:
durante épocas enteras
nadie soltará tu pezón.

Quiero sufrir
enterrarme en ti.
Iluminarme con mis propias luces.
Estoy cansada de ti
de tus resistencias
y conciencias.
Nunca te dejas llevar,
me gusta más que no lo hagas,
cuando lo haces
parece que el corazón te va a estallar
te va a florecer
te va a doler.
Es mentira que me haya cansado,
es de mí que me canso.
Deseo verte nada más
que te enamores de otros
y nunca te apercibas de mí.

Cuando te vistes con camisa de franela
y calcetines de lana
por una semana
y te afeas y avejentas
para morir un poco
quiero estar cuando resucites
y sea una gloria de ojos húmedos
y oscuros.

No quería hablarte de la muerte
pero ya que la temes tanto
¿cómo no voy a hablar?
Es escaso el tiempo
que tenemos para vernos
y conversar.
Me gustaría ser hombre
para seducirte y obligarte
a que abandones tu casa
y te olvides de todo,
pero esta idea no me gusta.
Separados y solitarios
los hombres siempre están fuera
y nada necesitan con más urgencia
que estar dentro,
probar alguna tibieza,
altas y bajasmar.

Te tengo miedo
porque no puedes mirarme
como yo te miro
no puedes amarme 
como yo te amo
no puedes ni siquiera
desear acariciarme
y vivir algún tiempo conmigo
haciéndome peinados góticos
o pidiéndome que revuelva el té
con la punta de mi pezón.

Tu lado humano
no está a la altura
de tu lado bestial.
Algunos te imaginan dueña
de regiones orgullosas
y llenas de daño,
pero los que te han visto 
con fiebre
o en épocas de menstruación
te aman muy en contra
de tu voluntad,
si es que tienes voluntad.
Solamente una intensidad
le da poderes a tu vida
y la muerte se ve acabada
por esos ojos redondos
esos senos
esos muslos
esos tobillos.













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