Sin comentarios.
"Verdaderamente,¿preciso tanto el ocio? Yo me digo que no, que no es el ocio de lo que preciso si no que el derecho a trabajar en aquello que quiero.¿Por ejemplo? El jardín quizá. La Guitarra, Tal vez. Creo que me gustaría. Pero debe ser algo desolador empezar a estudiar solfeo a los cuarenta y nueve años. ¿Escribir? Quizá no lo hiciera mal, por lo menos la gente suele disfrutar de mis cartas. Que yo me sienta,todavía hoy,ingenuo e inmaduro (Es decir,con sólo los defectos de la juventud y casi ninguna de sus virtudes)no significa que tenga el derecho de exhibir esa ingenuidad y esa inmadurez.
Tuve una prima solterona que cuando hacía un postre lo mostraba a todos,con una sonrisa melancólica y pueril que le había quedado prendida en los labios desde la época en que hacía méritos frente al novio motociclista que después se mató en una de nuestras tantas Curvas de la Muerte. Ella vestía corectamente, en un todo de acuerdo con sus cincuenta y tres; en eso y lo demás era discreta, equilibrada, pero aquella sonrisa reclamaba,en cambio un acompañamiento de labios frescos, de piel rozagante, de piernas torneadas, de veinte años. Era un gesto patético, sólo eso,un gesto que no llegaba nunca a parecer ridículo, porque en aquel rostro había además bondad. Cuántas palabras, sólo para decir que no quiero parecer patético." M.Benedetti
domingo, diciembre 03, 2006
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